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“Compartiendo el conocimiento” / Memoria e inteligencia colectiva
La Historia de las Personas traza la huella institucional a través de los relatos personales de quienes durante años, incluso adelantándose a la legislación o al reconocimiento oficial, fueron dando forma a la creciente demandas de servicios y atención que necesitaba la ciudadanía.
Reflexión intergeneracional
Sesión grupal en la casa Museo Casares Quiroga
éramos la generación de la transición y hubo una cohesión, y nivel de compromiso… fue tremendo por el momento histórico
Participantes: Roberto Martínez Anido (Bechi), Jaime Rey, Juan Hernández, María Luisa Morandeira, José Alberto Blanco y Marta Núñez Corbalán.
Diseño: Iago González, Isabel Iglesias y Juan Carlos Martínez Muñiz
Metodología y conducción de la sesión: Manel Muntada
Momentos y anotaciones
Jaime entró en el 68 (siendo casi un niño y se jubiló a los 70 años), Juan en el 73, Bechi en el 75 y María Luisa en el 95. Como representantes del s. XXI, José Alberto que entró en 2008 y Marta Núñez, la más reciente, en 2017.
Entre todos acumulan muchos años de trabajo en el ayuntamiento, de anécdotas e innovaciones, de servicios a la ciudadanía. Porque ese es el sentimiento que predomina, sobre todo en los que ya pasaron la barrera de la jubilación, como se puede ver en esta selección de momentos de la sesión.
Recuerda Bechi que, en su primer día, no tenía dónde sentarse, que los lápices se apuraban hasta el final y las gomas de borrar se cortaban y repartían. Lo mismo le había ocurrido a Juan dos años antes cuando, muy bien vestido para la ocasión, se incorporó a su puesto de trabajo y, además de no tener sitio, se encontró con un “niñas, es la hora del ángelus”. Y lo mandaron a poner orden en las pilas de multas de 2 metros de alto, entre las que apareció la radio que llevaba 20 años perdida.
En la década de los 90, María Luisa ya se encontró con los avances del proceso de modernización que Cesar peleaba con ahínco. De hecho, el saber algo de informática ya fue un requisito de acceso.
La anécdota que destaca Jaime fue una reunión del comité de empresa con los concejales para discutir el convenio. Habían llegado a un acuerdo con el dinero y un concejal, “que era muy simpático él” les dijo que además les iban a dar un bocadillo diario. “¿Sí? Del bocadillo hablamos ahora”. Y lo que reclamaron, y consiguieron, fue la paga extraordinaria para toda la plantilla. Fueron los primeros que lo lograron en toda España y el ejemplo sería seguido en todo el estado.
José Alberto y Marta, que entraron en este siglo, se sorprenden de las anécdotas porque ya les tocó entrar en una organización instalada en una “moderna” y compartimentada burocracia. Durante esta sesión, la suya fue más una aportación de escucha y, posiblemente de tomar nota de esos asuntos internos que, todavía sin resolver parecen seguir lastrando a la administración.
Responsabilidad e implicación
Las primeras elecciones democráticas fueron todo un reto interno. La junta electoral requería los listados del padrón para el día siguiente a las 10 de la mañana, y no los tenían. Juan Pérez los pidió ayuda y fueron unos 20 los que se dispusieron a una larga noche, atrincherados con tortillas y costilla, en los bajos de ayuntamiento. Y cuando creyeron que ya lo tenían todo… aparecieron más cajones con montañas de papeles…
Tras las elecciones tocaba recibir a la nueva corporación y faltaba el libro de inventario porque el último era del año 32. De nuevo Juan Pérez les pide ayuda y se fueron al archiva para coger todo lo que tenía relación con propiedades y lo dispusieron en montoncitos por barrios. Luego lo ordenaron e hicieron unas fichas, solucionando como pudieron algunas incidencias como la del edificio de las cigarreras, que sabían que era suyo, pero no apareció el título. Pero los nuevos concejales de la primera corporación tuvieron su copia
Voluntad de servicio público, espíritu combativo y consensos Lo cierto es que esta generación de la transición parece que los llevaba incorporados, y el momento histórico potenció el sentimiento de equipo para afrontar una “grandísima adaptación de este ayuntamiento a los cambios”.
Sin embargo, la fuerte vinculación emocional con el ayuntamiento no les impedía ser combativos, más bien todo lo contrario. Era la época de los Pactos de la Moncloa. Se fueron a Madrid defendiendo sus derechos, pero no obtuvieron la respuesta esperada así que se reunieron en asamblea y empezaron a llamar a toda España para informar y recabar apoyos. Jaime recuerda con orgullo cómo los barrenderos pasaron de 9.000 a 25.000 pesetas.
La parte más anecdótica de sus reivindicaciones y logros está en que muchas de sus mejoras profesionales y salariales se fraguaron en los entierros. Se reunían y tomaban un vino en honor de quien había muerto (incluso había quien lo dejaba pagado) e iban consensuando acuerdos y propuestas, como la de que los jefes, excepto el secretario y el interventor, no podía cobrar más de tres veces el salario básico.
No fue fácil, cuenta Juan, porque había gente que no quería compartir las categorías, pero convencer a todo el mundo fue uno de los procesos más bonitos que vivieron. Y dice Jaime que esto se llevó a rajatabla durante seis años, pero luego se desmadró por los políticos…
Y llegó la RPT… y el deterioro
Procedimentar es bueno, pero no de cualquier manera. Juan y Bechi recuerdan los estudios de la RTP como una auténtica tortura. Y como algo absolutamente ineficiente y falso ya que “el que sufre los agobios dice un por de cosas porque no tiene tiempo y el que no hace nada enumera un montón de cosas (hacer cajas de cerillas, banderines…). Pero el que llegó de fuera le dio tanta importancia que le adjudicó un montón de puntos”.
A finales de los 80 las cosas empezaron a cambiar a peor y apuntan a las causas en varias direcciones:
- El pasar de concejales que no cobraban a corporaciones con demasiados que venías sin idea y pretendían dirigir.
- A la implantación de asesores en la administración. Su función debe ser la de asesorar y completar conocimientos en un área, pero no para hacer el trabajo del funcionariado.
Lo perciben como que llevó a la desprofesionalización de la gestión administrativa en todos los niveles y la casa se llenó de “jefes”. Recuerda Bechi como te podía caer un rapapolvo por mover a un ordenanza de planta y en cambio te echaban en cara que no tuvieras capacidad de decisión. Se entrometían en todo.